Salgo a la calle dudando qué sitio elegir para saborear la rica gastronomía de la ciudad.
Me acomodo en una agradable terraza y me atiende una chica encantadora (empezamos bien). Recita sugerencias varias, todas muy apetecibles. Lo que acontece a continuación es un festín de sabores increíbles, todo resulta de una sutil presentación y exquisito gusto.
Después de la siempre bienvenida primera cerveza, me apetece una copa de vino tinto; me sirven un Rioja crianza "Belezos 50/50", ¡buenísimo!
La noche es tan agradable que no quiero irme de allí. Este panorama me incita a repetir el bebedizo del dios Baco, no queda más remedio que ceder a la belleza del momento y degustar el último reducto de la noche. ¡A vivir, que son dos días...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario