Estoy releyendo con parsimonia y diseccionando con bisturí el libro de Almudena Sánchez.
En «La acústica de los iglús» está perfectamente estructurado el formato propuesto: El relato. La densidad literaria en cada uno de ellos es un imperativo de estilo.
De «El triunfo humano» extraigo esta perla: "Pasaba la vida. Yo la escuchaba allí fuera; la vida destilando sustratos químicos [...]. La primera pregunta de mi vida, la fundamental, '¿Por qué me castañetean los dientes?', todavía sigue anclada en mi garganta y duele igual que una inflamación."
Y en un giro magistral, Almudena, da un golpe en la mesa y escribe: "Me fui corriendo [...]. Entré [...], dije una frase clara y sencilla:
- Enséñeme a fingirlo todo."
¡Bravo, Almudena! Aunque estos cuentos se nos funden en los ojos, y podemos recomponerlos y volver a leerlos hasta la saciedad, ¿para cuándo más iglús? ¡Un abrazo, escritora!
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