martes, 21 de mayo de 2019

Bético y sevillista

Mi padre fue bético y sevillista. Mañana se inaugura la Feria del Libro de Sevilla y me acuerdo cuando el año pasado paseando entre libros me paré en una caseta a observar una biografía de Luis Del Sol. Cogí el libro entre mis manos y tuve un incontrolable impulso por comprarlo inmediatamente para regalárselo a mi padre. La felicidad del instante se tornó en una melancolía que me apretó la garganta en un leve y entrecortado ahogo; él es intangible desde hace trece años.

Siendo muy aficionado al fútbol tuvo la disparatada ocurrencia de tener el carnet del Betis y del Sevilla, así se aseguraba un partido semanal en la ciudad. También fue socio de ambas peñas, yendo a una y otra indistintamente cada día. Pienso mucho en este inocente detalle de su vida porque creo que es la definición perfecta de una buena persona.

Aunque era más verderón que palangana nunca en la vida le vi discutir por las hazañas que a todo aficionado ciega. "Simplemente me gusta el fútbol; es un arte supremo" -decía siempre-. Quizá lo veía con la nostalgia del niño que nunca pudo correr por culpa de la poliomelitis que hizo de él una persona que cojeaba con la elegancia de Lord Byron. ¡Era mi héroe!

El otro día, paseando por la Feria del Libro de Sevilla y, teniendo la biografía de Luis Del Sol entre las manos, me inundó el recuerdo de aquellos tiempos felices a su lado. Siendo muy jovencito, conoció personalmente a Luis Del Sol, aquel jugador internacional del Real Betis Balompié que recalara en las filas del Real Madrid, la Juventus, la Roma y, finalmente, otra vez el Betis. Mi padre adoraba a Luis Del Sol y a mí me embelesada escuchar cómo hablaba de él. Cada día, desde hace trece años, tengo un bonito recuerdo para mi padre.

Pd: Mi padre conoció personalmente a Luis Del Sol siendo éste adolescente (mi padre era mayor que él 7 años), y vivió en primera persona los éxitos del futbolista.