sábado, 28 de octubre de 2017

ADAGIO MOLTO E CANTABILE

Estaría todos los días de mi vida escuchando este pasaje de Beethoven. Lo convertiría en un bucle imperecedero para salvaguardar mis estados de ánimo. Lo oiría una y otra vez hasta hacerme viejo y desaparecer de este mundo más allá de lo imaginable. Ser transportado por esta música al más puro y recóndito habitáculo de la belleza. El arte de la música es ese lugar donde uno puede morir sin levantar la mano, sin anunciar que va ahí donde nacen las estrellas, al orden primigenio de la vida, a lo más secreto. Adoro a Beethoven. Su ser, su tiempo, sus pesadillas..., todo lo entiendo en él.

domingo, 22 de octubre de 2017

EL NIÑO QUE MANABA SANGRE AL PIANO

¡Dejaos atropellar por este diabólico torrente musical...! Para mí, sólo hubo un hombre sobre la faz de la tierra capaz de morder al destino de esta manera. El más grande hacedor de bellezas en la historia de la música. Sí, es él, Ludwig van Beethoven, el hombre que luchó contra sí mismo para definir el concepto más auténtico de la música. El niño que manaba sangre al piano. El emperador que desenmascaró los equilibrios del clasicismo e instauró las pasiones románticas del Sturm und Drang. Os dejo con este fragmento de su sexta sinfonía, "Pastoral", concretamente el pasaje donde describe la tormenta que se desata en el campo en un día que comienza bucólico. ¡Cuánto hubiera dado yo por conocer al héroe de mi vida artística...! Beethoven ha influido tanto en todas las disciplinas artísticas que, para regocijo estético de nosotros los mortales, uno no puede por menos que sentirse orgulloso de pertenecer a la especie humana.

viernes, 13 de octubre de 2017

Las 2 de la madrugada y el ruido eterno

Hace unos días, conversando con un amigo en torno a mi nuevo proyecto musical, la charla nos llevó a un referente literario musical; un libro imprescindible para conocer y entender cómo se fraguó socialmente la música clásica en el siglo XX. Una lectura fragmentada y eternamente aplazada por distintos motivos, pero que ahora me apetece mucho leer en su totalidad. Digamos que, el deseo de leerlo en estos momentos de mi vida, me llama irresistiblemente. Esa misma tarde adquirí «El ruido eterno», de Alex Ross. No os podéis imaginar lo que estoy disfrutando. Libro inteligente, ameno, cercano, documentadísimo..., un placer que se extiende a lo largo de 800 páginas de sabiduría. Anoche, a las 2 de la madrugada el sueño me venció y el libro quedó reposando a mi lado. Pero tres horas después, a la hora más incierta e ingrata, el desvelo se apoderó de mí y hube de recurrir de nuevo a su lectura (todavía seguía palpitando en mi interior). Así hasta escuchar el encendido de la alarma de mi mesita de noche. "¡Ok, está bien, es hora de levantarse!" - me dije- ¡Muchas gracias, Manuel Carvajal, por sacar a la luz estas páginas! Abrazo fuerte, amigo.

PD: Durante la lectura me ha acompañado «Vexations», de Erik Satie. Partitura de tan sólo dieciocho notas que se repite 840 veces y dura 18 horas y 40 minutos de manera ininterrumpida, y que hay que escuchar en el más profundo silencio, para la más intensa inmovilidad.

lunes, 2 de octubre de 2017

¡3, 2, 1, 0... IGNICIÓN...!

La literatura es un lujo emocionante. La potencia narrativa y la originalidad de ideas son dos factores que coloco al mismo nivel. La potencia en «La condición animal», de Valeria Correa Fiz, y la originalidad en «La acústica de los iglús», de Almudena Sánchez, cumplen con estos principios subjetivos. Dos claros aspirantes a ganar el inminente Premio Setenil 2017 al mejor libro de relatos publicado en 2016. Los dos están en el top ten final. He leído alguno más de la lista, pero mi libro favorito sería un híbrido con cabeza de ave y cuerpo de frío marfil. Un animal que por el día come carne y al anochecer reposa la digestión refugiado en un iglú. ¡Ojalá vencieran al unísono! ¡Suerte!