domingo, 23 de abril de 2017

DÍA DEL LIBRO 2017

Celebro mi particular día del libro con la mejor obra escrita en la historia de la literatura contemporánea: «El mundo de ayer», de Stefan Zweig. Una lectura que me acompaña eternamente en todos los momentos y estados de ánimo. No puedo ni quiero quitármela de la cabeza ni del corazón. Es una obsesión que me persigue como una sombra día tras día. La condición humana reflejada hasta sus últimas consecuencias. Hace muchos años, visitando una librería sevillana, descubrí una biografía de Dostoyevski escrita por Stefan Zweig. Tenía referencias de Zweig por su vinculación con la música clásica, fue, junto a Hugo Von Hofmannthal (otro insigne escritor y vienés como Stefan Zweig), quien escribió libretos de óperas para la original música del compositor alemán Richard Strauss. A partir de la lectura de la biografía de Dostoyevski ya no quise parar hasta leer toda su obra completa, convirtiéndose en el hallazgo más importante en mi oficio de lector. Luego vendrían muchos más gracias a la editorial El Acantilado en su afán por rescatar autores centroeuropeos. He devorado con fe todos sus escritos y he de decir que estas memorias es de lo mejor que he leído en mi vida. Sigo constatándolo a lo largo de los años.

viernes, 21 de abril de 2017

OTRAS REALIDADES

De niño tenía la extraña costumbre de escaparme de clase. Me sentaba cerca de la puerta del aula y aprovechaba el menor descuido del maestro para escabullirme y salir pitando de allí. Cuando mi madre me veía entrar en casa, sonreía y volvía a preguntarme, "¿otra vez olvidaste el lápiz?". Era mi peregrina e inocente excusa. Mi madre siempre me entendió. He reflexionado toda mi vida sobre esto, porque aún hoy sigo escapando para buscar otras realidades. Todas las encuentro en el arte, desde los mundos creados por los literatos, pasando por la abstracción de la música, (esos genios del pentagrama) y la policromía de los grandes pintores. ¡Voluptatem curiositatis...! 

miércoles, 19 de abril de 2017

VELOCIDAD DE LOS JARDINES (libro de Eloy Tizón)

Su literatura es multidireccional. Hace saltar en pedazos los convencionalismos narrativos y, como Stravinsky, conoce a la perfección los materiales de construcción para transgredir la ortodoxia y edificar su habitación propia. Estamos ante la celebrada reedición de «Velocidad de los jardines» (Eloy Tizón), un libro que debería grabarse en un cd de oro y cobijarlo en el satélite espacial encargado de mostrar nuestra civilización a especies más desarrolladas, porque este libro precisa de más capacidad sensorial para su disfrute integral. Es un libro que debe ser analizado desde una polidimensión estratosférica. A los humanos se nos escapa tan sensible genialidad. ¡Querido Eloy, no sé de dónde viniste, pero, qué bueno que habites entre nosotros...! Abrazo fuerte.

LA ACÚSTICA DEL DIÁLOGO

La tensión armónica del acorde de séptima de dominante (V°7grado-pregunta), a gritos con el férreo acorde de tónica (I°grado-respuesta). Una lucha titánica con potentes argumentos sonoros para resolver un texto musical. ¿Quién vencerá? 

lunes, 17 de abril de 2017

MI NUEVA IMAGEN CORPORATIVA

El piano avanza hacia la nebulosa de los sentidos. Un cubo romboidal es atravesado por la llama de las ideas. Cada arista es un elemento de la naturaleza en su orden estratigráfico: Tierra, Agua, Aire y Fuego. Los cuatro estados de mi materia atómica. Mi nueva imagen corporativa direccionada hacia tu percepción, un sugerente cuadro mental para identificar mi obra pianística. Francisco Acosta © copyright 2017. Pianist & Composer. www.franciscoacostapianist.com


domingo, 16 de abril de 2017

EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS

Con 18 años mis amigos decían que me parecía a Arthur Rimbaud. Mi pecho se hinchaba cada vez que escuchaba tal halago (¡éramos tan jóvenes!). Parecerme a uno de mis poetas favoritos en aquella época de rebeldía era sentir la vida en su plenitud. Mucho escribí entonces (algún que otro premio literario gané). Mi primer premio lo obtuve con un cuento titulado: «El sueño de la razón produce monstruos», una febril quimera en torno a Goya, Joyce y Beethoven. Yo sólo respiraba literatura, lo leía todo, quería conocer toda la historia de la literatura y leía a todas horas. Leía y escribía. Así hasta que me di cuenta que las 24 horas del día no eran suficientes para leer, escribir y estudiar piano (...incluso respirar). Exhausto, viví la mejor etapa de mi vida de lector, pero también la más amarga temporada en el infierno. Todos los días, al caer la tarde, se apoderaba de mí el 'daemon' que llevaba dentro, ese carnívoro cuchillo que pedía a gritos salir y morir de amor abrazado al arte. Aquello me mataba y al mismo tiempo me daba la vida, era el cordón umbilical que me unía a la realidad. Mi realidad era un deseo enfermizo de fantasía, de vivir tantas vidas como libros leía. Pasó el tiempo, pero los años nunca calmaron a la bestia; agazapada, veía en la oscuridad. Ahora, gracias a estos inventos modernos cibernéticos, vivo un segundo esplendor literario y musical en todos los sentidos. Sigo teniendo las garras muy duras y afiladas. Me alimento de wolframio.

domingo, 2 de abril de 2017

ESCUELA DE VIDA

- ¿Me permites ocupar tu asiento?
- Por supuesto, todo suyo, mademoiselle. 
- ¡Merci beaucoup...! ¡Atiende...! Debes tocar aquí una y otra vez con ternura, interrogando al futuro. Ya sabes lo que te digo siempre del acorde de séptima de dominante. ¡Enfatiza el suspense!
- ¿Quiere usted decir que no sólo toque las notas, sino que extraiga de ellas algo más?
- Siempre está ese algo más, mi querido alumno. Lo has entendido perfectamente. En este pasaje hay una propuesta muy poética, una ensoñación. Deja que desaparezcan las sonoridades en el final de la frase y recréate en la ilusión del sueño. Fíjate cómo acaba la frase, dónde se hace eterna esta nota.
   Miss Florence Kent insistía en que la música debía ser transmitida como un discurso entendible. "Da igual qué género musical estés tocando -decía-, tiene que haber una conexión sincera entre el oyente y tú."     
   ¡Cómo me martillea el recuerdo de estas palabras! Las lecciones de piano con miss Florence Kent no las olvidaré jamás. Más allá del piano, mis años de aprendizaje con ella fueron una verdadera escuela de vida.