viernes, 1 de septiembre de 2017

LA PEZUÑA DEL DEMONIO

¿Arriesgar con moderación se considera ser arriesgado? Porque, aunque he sido moderado a la hora de probar los percebes, nunca debí hacerlo. Ahora mi lengua se debate en una lucha fratricida contra ella misma. El maligno ha entrado en mi boca. ¡Ay, cómo pica! Seguíamos con el debate abierto, que si crustáceos, que si moluscos; pues según mi paladar (porque sólo he probado una porción microscópica del susodicho bicho) me ha recordado a la ostra (fascinante molusco que tanto me gusta) con un ligero sabor a gamba (marisco). Evidentemente no como gambas, pero el aroma que resulta en la paella (que sí la como con mucho cuidado) suelo tenerlo localizado. Así que, contraviniendo a la sensatez, he probado ese manjar tan preciado. Craso error, porque después de conocer su sabor, ahora tendré que renunciar a comer percebes. Me ha recordado a la gamba y eso ha hecho que saltara hacia atrás como un loco. En fin, siempre me quedará una exquisita pijota fresca y muy bien frita en aceite hirviendo, amén de toda la fauna marina (no crustáceos) que es lo que más celebro en el mantel. ¡Ah, sigo vivo a pesar del incendio perpetrado por esa pezuña del demonio...!

No hay comentarios:

Publicar un comentario