viernes, 25 de agosto de 2017

PSYCHOMOTRICITY


He observado siempre en mis alumnos una barrera cuasi infranqueable en aquéllos con menos cualidades psicomotoras de coordinación. La técnica pianística pertenece a la neurociencia. Todo radica en las conexiones neuronales entre los dos hemisferios cerebrales. Los primeros cursos de piano suelen ser muy agradecidos para el alumno, ya que éste obtiene una respuesta inmediata en sus primeras lecciones, mostrando así un entusiasmo que va alimentando su interés. Pero la cruda realidad se manifiesta cuando las piezas de estudio requieren mayor coordinación. Aquí está el momento frustrante del alumno (insisto, con menos cualidades innatas de psicomotricidad y siempre aludiendo a cuestiones técnico/mecánicas) y que aparece en el tercer o cuarto curso. La decisión de seguir avanzando es un esfuerzo titánico, pero no rendirse es la clave del éxito. La experiencia de mis años al piano me dice que, cuando el esfuerzo está sustentado a base de específica concentración, los resultados son muy óptimos. A modo de anécdota diré que Franz Liszt aconsejaba a sus alumnos practicar ejercicios de mecanismo al menos durante tres horas diarias. Llegado el cansancio por efecto tan repetitivo, lo mejor era colocar en el atril un buen libro y abstraerse de la automatización, haciendo inmersión en el placer de la lectura. Aunque pertenezco a este tipo de alumnos (en presente, nunca se deja de aprender) y el oído interno siempre me fue favorable, en cuestiones de psicomotricidad hube de romper cadenas de acero hasta lograr mis objetivos. ¡No desfallecer! ¡Perseverar! Nada cae por ciencia infusa, ni aún a los elegidos por lo dioses. Las interminables horas de estudio lograron conectar mis manos y mi cerebro uniéndolos de por vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario