sábado, 4 de marzo de 2017

BRIAN ENO

Había que vivirlo en la soledad más absoluta. Cuando ya habías engullido toda la música del día, entonces y, sólo entonces, desenfundabas un vinilo de Brian Eno. La extensa alfombra sonora te arropaba hasta el alba en una espiral sin fin. Te levantaba la tapa de los sesos y los efluvios de aires blancos penetraban con sigilo. Inundado de herzios de colores la vida era un constante amanecer. Yo amaba a Brian (...y así siempre). Guardado casi a escondidas me servía, a hurtadillas, mi ración farfisa todas las noches. ¡Ah, qué placer...! ¡Tumbado boca arriba en la azotea de mi casa observando las estrellas embrujado de Eno! Era lo más parecido a parar el tiempo, esa magnitud que nos trae locos a todos.

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