sábado, 4 de marzo de 2017

EL ÚLTIMO SUSPIRO MUSICAL DE BEETHOVEN

La primera vez que escuché el Tercer Movimiento del Cuarteto para Cuerdas nº 16, Op. 135, en Fa Mayor de Beethoven, me hizo perder la cabeza. En octubre de 1826 Beethoven concluye la que sería su última composición musical completa. Seis meses antes de morir da vida a esta genialidad. Se trata de un verdadero testamento musical, sobre todo el Tercer Movimiento con una indicación de carácter y dinámica Lento assai, cantante e tranquillo. Llevaba 30 años padeciendo una sordera progresiva que a los 56 años era absolutamente definitiva. ¡Cuánta crueldad para un músico!, pero fue capaz de componer desde su oído interior, ese lugar donde se encuentra el alma del músico por exlecencia. En este movimiento Beethoven manifiesta una actitud contemplativa, cada nota es un arañazo a la vida que se le escapa. En la partitura hay silencios que producen una absoluta conmoción, silencios cargados de una tensión increíble. Los silencios beethovenianos completan la carga expresiva en todas sus obras más solemnes y ésta es una buena prueba de ello. Es muy interesante destacar la tonalidad escogida para este movimiento: Re bemol Mayor, un tono alejadísimo del original Fa Mayor. Adentrarse por esas notas y por lo que esconden es un desafío monumental. Una tonalidad cargada de bemoles surca por un sendero oscuro de miradas lascivas, de pena y éxtasis. No puede aullar, sólo puede hacer una mueca de su llanto. La modulación tonal que lo conduce a su homónima menor (Do sostenido menor) provoca ansiedad, angustia y dolor profundo en el alma, desesperación, depresión, sentimientos sombríos, miedos, indecisiones, escalofríos. Es un canto fantasmal. Beethoven exhibe un despliegue de recursos fantásticos, dotado de unos anhelos y sutilezas como nunca antes ningún compositor había hecho. Las posibilidades expresivas de este movimiento lo convierten en un ser vivo. Beethoven intuye su final y concibe el Cuarteto en la tonalidad de Fa Mayor, tonalidad llena de luz que toca la felicidad, pero el Tercer Movimiento lo aleja hasta abrirse en canal y lanzar a la historia de la música su último suspiro musical. Un grito silencioso acunado por el timbre de las cuerdas frotadas. Música pura, desnuda; el apogeo de su obra. Desde su aislamiento se comunica sin pudor mostrando su superioridad sobrenatural, sin tiempo ni espacio, eterna.

Nota: Los últimos cuartetos de cuerda de Beethoven están considerados lo mejor que se ha escrito en la historia de la música.

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